"La dificultad no debe ser un motivo para desistir sino un estímulo para continuar"

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EL VIEJO POETA

EL VIEJO POETA © Jordi Sierra i Fabra 2001 Era un poeta tan viejo, tan viejo, tan viejo, que por los agujeros de su pantalón se le escapaban las letras que llenaban su cuerpo y sus bolsillos de poeta. Allá donde iba el viejo poeta, dejaba un reguero de letras sueltas y perdidas, como el rastro de un caracol o las huellas de unos pies en el barro. Cualquiera podía saber si había pasado por allí, pues en el suelo quedaban las as, las pes, las zetas y las haches de su universo creativo. Y, a veces, cuando el viejo poeta escribía un poema, le faltaban letras perdidas para concluir un verso, así que ya no podía rimar amor con dolor, ni alma con calma, ni hermosura con locura, y sus poemas se hacían cada día más extraños, más extravagantes, más absurdos. Tanto que la gente ya no los entendía. Y cuando la gente no entiende a los poetas, piensa que están locos. Así que comenzaron a llamarle loco. El viejo poeta ya era tan y tan y tan viejo, que había olvidado su arte. Eso decían. El viejo poeta estaba tan y tan y tan solo, y había escrito tantos poemas, que ya estaba agotado. Eso decían. El viejo poeta ya no emocionaba, sólo hacía reír, o sonreír, o suspirar. Eso creyeron. Una tarde sus bolsillos se rompieron del todo, vencidos por el peso, y por ellos cayeron en tropel las últimas letras, una tras otra, formando una larga fila en tierra. Pero no cayeron sin más ni más, sino de manera especial. Tal vez la suerte, tal vez el destino, tal vez algo más. Y entonces, un niño que acertó a pasar por allí antes de que el viento las diseminara, pudo leer con asombro esta curiosa frase, sin duda producto de aquel singular azar: “Un día seréis viejos, un día alguien pensará que estáis agotados, un día vuestros sentimientos y vuestras emociones harán reír, o sonreír, o suspirar a los demás. Haced entonces agujeros en vuestros bolsillos y marchad sin volver la vista atrás. No para escapar, no para huir. Sólo para buscar un nuevo horizonte donde seguir siendo libres”. Nadie volvió a ver jamás al viejo poeta. Pero entonces ya no le olvidaron.

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